El teléfono me dice que estás viva, pero sólo veo distancia. Me falta el aire y tú estás cerca, pero más lejos que nunca. Las mariposas que sobrevolaban mi esófago se suicidan, en un ataque voraz hacia mi corazón, que, con la armadura destrozada, recibe pasivo los golpes. Lo complicado de mi corazón es que siempre vuelve, como si quisiera escapar, como si deseare fervientemente volver a sufrir daño y encontrar en la muerte, la vida. Resuena en sus latidos el eco de canciones tristes que conozco, besos que perdí... Pretendí jugar a desarmarme, a abrazar más fuerte, a enamorarme de una sonrisa que nunca me perteneció. Quizás el mayor problema es que fui tan inocente de pensar que era invencible.
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