Finjamos que no somos más que desconocidos que se cruzan por la calle y se miran impetuosos. Recorramos nuestros cuerpos con miradas enlazadas que buscan un porqué a tanta belleza acumulada. Somos balas perdidas. Noches vacías que se enamoran del Sol impasible, imposible de alcanzar.
Finjamos que todo se acaba, que la similitud entre nosotros no era más que agua que corre fuera del cauce, que el Karma jugó con nosotros y todo se haya vuelto gris. Finjamos mirarnos con indiferencia, como si no te hubiera besado, finjamos presupuestos para nuestros corazones oxidados, luciérnagas ciegas que dicen adiós a algo que se convierte en un falso recuerdo.
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