jueves, 18 de octubre de 2012

Mírala

Mírala. Está dormida encima de ti. Notas su respiración en tu pecho y no te importa nada más a tu alrededor. El frescor de la hierba que os acoge te transporta hacia la delicadeza de su cuello, tan suave y delicado...Sientes los latidos de su corazón, y te llega el perfume de su pelo, que roza tu cuello y te hace estremecer como si se tratase de una brisa sutil con sabor a primavera.

Se mueve y se abraza aún más a ti. Tu pecho se encoge. La sientes. Sientes su cálida respiración en tu cuello, y te hace sentir frágil. Su respiración tiene el poder de hacer caer las corazas de tu corazón a su antojo, como si de plastilina se tratara y eso debería ser peligroso, pero...ahora mismo su pecho te ampara. Te sientes segura cuando sus sueños te pertenecen, cuando su pretensión más inocente se fija en ti y te hace sentir invencible. Su fragilidad te hace sentir fuerte y a la vez frágil, como en una continua lucha entre el bien y el mal...como una batalla campal por dos corazones extrapolados que quieren mantenerse unidos. Mírala, sigue ahí, abrazada a ti, sin miedo.

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