Mira a tu alrededor. ¿Qué ves? Hipotecas, gente que vive en la calle, niños que no van al colegio, familias desahuciadas, delincuencia, pobreza, robos, asesinatos, violaciones...Te vas a casa, casi llorando, al borde de un ataque de ansiedad, pensando que no puedes hacer nada para cambiar todo lo que te rodea. Pones la televisión y sólo ves guerras de oro y sangre. Pero hay algo que cambia tu perspectiva.
Se oye desde el salón, es una respiración leve que acaba con un llanto voraz por llamar tu atención. Te acercas y ahí está. Tan pequeño, tan frágil. Lo llevas a tus brazos y te mira asombrado, como si te viese por primera vez. Te sonríe, y te hace sonreír.
Míralo, es la inocencia pura, esa inocencia que te hace sonreír, ésa inocencia que perdiste, esa inocencia que debes recuperar para sonreírle al mundo cada vez que sales a la calle.
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