11 de agosto de 2003. 5:02 de la mañana. 26 °C.
Justo a esa hora te oí llorar por primera vez. Tu piel arrugadita, tu pelo negro y tus ojos deslumbrados por la luz del nuevo mundo al que acababas de llegar eran un adelanto de todos los momentos que pasaría junto a ti.
Yo estaba al fondo del pasillo, nerviosa. Quería verte pero era demasiado pronto.
Recuerdo la primera vez que tus manitas agarraron mi meñique para no volver a soltarlo, la primera vez que sonreíste o tu primera palabra: "Hedmana".
Creo que desde ese momento se convirtió en mi palabra favorita.
Tú, que sin apenas saber hablar, me salvaste la vida e hiciste que conociera el verdadero terror cuando estuve a punto de perderte. Tan pequeña, tan adorable, tan trasto. Con esa cara de mala que hace sonreir a cualquiera.
Y ahora estoy aquí, diez años después, escribiéndote una carta por tu cumpleaños, dándote las gracias por ser el mejor regalo de mi vida. Por ser mi vida.
Te quiero, bichito.
Feliz cumpleaños.
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