Como un nombre falso
esperando no ser
detectado me aislé;
(de tus ojos)
para no hallar respuestas
que te querían conocer.
Es curioso cómo cambian las calles,
la gente con la que me cruzo
si no camino
anclada a tu mano izquierda.
O ni atreverme a mirar
aquellos árboles bajo
los que me besaste,
o cuando inventaste
el verbo 'formir'
que no era otra cosa
que llevarme a dormir
para acabar follándonos
cada día de tormenta.
Huirte era más fácil
que olvidarte,
y a mí siempre
me gustaron los retos.
Por eso quise evitarte
en cada poema,
en cada andén,
en cada iris,
en cada árbol
y en cada hoja.
Ya sabes, por aquello
de que el amor de verdad
es el que menos se siente.
Y más se toca.
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