domingo, 31 de agosto de 2014

Ven.

Ven a templarme la piel,
esa que se pierde
que se eriza
que se convierte en cristal
los días de lluvia
y en tacto férreo
los días de sol.

Ven a templarme
el invierno si tienes
el valor de sublevarte
ante la dictadura de un
corazón nacido en el infierno.

Ven.
Adjudícate el
placer de mantenerlo
caliente
como un otoño
congelado.
Busca la solución
a logaritmos disfrazados
de besos y versos varios.

Ven a morderme el corazón.
Ven a quemarlo.
Ven a quitarle la resaca
de un amor
hecho de harapos.

3 comentarios:

  1. Habla y teme la gente callejones oscuros
    sin saber que el corazón es el más peligroso,
    sin salida y con recovecos que nunca se llega a conocer.
    La curiosidad no mató al gato, solo lo atrapó, como ese callejón,
    mitad museo de arte abandonado
    mitad paisaje otoñal al ocaso,
    con una belleza tan penetrarte cómo melancólica.
    Y nunca te vas. Y nunca olvidas.

    ¿Entiendes, chica de las flores?

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    Respuestas
    1. Entiendo.
      Hay gatos que buscar maullar solos a un amor del que huyen y no se atreven a saber. Quizás por miedo a que la curiosidad les atrape, como tú bien dices.
      Tengo el corazón lleno de flores secas, y ni siquiera yo sé cómo regarlo.

      ¿Has maullado mucho durante estas noches?

      (Te echaba de menos por aquí).

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    2. Quién fuera luna para bañar de plata ese jardín.
      He maullado en silencio al invierno y me he dado cuenta que él también es callejero, no tiene culpa de ser tan frío y, sin embargo, no envidia al verano.
      Me cuenta que su dedicación es ser maestro y enseñar, poner a prueba corazones, ilusiones, besos, abrazos, miradas, raíces... Es un bohemio empedernido y no lo puede remediar.

      [te he leido siempre que has escrito y te sigues colando dentro, pero no quería ser pesada]

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