sábado, 5 de julio de 2014

Primaveras y precipicios.

Nunca fuimos fans de Cupido
y un 14 de febrero te dije adiós.

Nos jugamos febrero
a una carta
sin ningún as en la manga.

-Siempre te gustó jugar a todo o nada-.

Tú tejiste tu condena y yo aprendí
que no hay te quieros que valgan la pena
si están manchados de cobardía.

No puedes pedirle
primaveras a un corazón
lleno de otoño.

Te entregué flores extintas
que para ti no fueron más que migajas de margaritas
diciendo "Espera".

Pero me cansé de esperarte
al borde de un precipicio
que me recordaba a tus sábanas,
teñidas de miedo.

-Tú me esperabas al fondo-.

No fuiste más que eso:
Un invierno que siempre quiso probar todas las flores
sin aprender a querer a la que tenía.

Deberías tatuarte en la lengua
la palabra "cobardía".

Pero qué te voy a decir que ya no sepas,
vive huyendo y destrozando flores,
alimentándote de su néctar,
por mucho que lo intentes
nunca podrás saborear
la primavera.

4 comentarios:

  1. ¿Qué fue de aquella primavera latente en un invierno?

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    1. Que comprendió que no necesitaba al invierno para ser feliz.

      Y tú, ¿eres primavera?

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  2. A veces florezco, pero normalmente tiendo a jugar con todas las hojas caídas. Nunca me hielo ni me seco.

    ¿Te han arreciado muchos inviernos?

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    1. Alguno que otro, pero aprendí a vivir como si fuera eternamente primavera.

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