jueves, 29 de mayo de 2014

Madera mojada, otoño muerto.

Quisimos ser
fuego
pero tú siempre fuiste
como el humo
que se escapa entre
los labios,
adoptando formas según
el curso del viento.
Yo quise ser hoguera
y no supe arder
hasta que comprendí
que no era más
que madera mojada,
un otoño muerto.
Mis raíces ardían
pero mi piel, rugosa y dura,
estaba empapada,
como tú cada noche,
cuando buscabas
en otras sábanas una razón
para explicar tu soledad,
sin pararte a mirar dentro de ti
y escuchar el eco.
Suspirabas.

Qué vacío más bonito tenías, joder.

Yo sólo quería compartir
tu eco y
llenar de colores tu alma
gris.
Pero tú pintabas de acuarela
tus mejillas
que acababan diluidas
con tus lágrimas.
Siempre lo preferiste así.
Y qué lágrimas.
Mirarte a los ojos era
encontrarse en el epicentro de un terremoto rodeado de
nada.

Pero qué te voy a contar
si tú elegiste el vacío
de noches sin nombre
y yo preferí ser mi todo
y tu nada.


1 comentario:

  1. Cynthia, he de decirte que es un verdadero placer para mí el leerte.. me identifico muchísimo con lo que escribes, no me pierdo ni una sola entrada. Sigue así que se te da genial! Besos :)

    ResponderEliminar