Tenía un precipicio
en la comisura
de los labios
y yo complejo de kamikaze.
Unos puntos negros
en los que tener un accidente
mortal
con forma de lunar,
y yo un deseo
sin frenos,
como un suicida de viaje.
Tenía besos
en la recámara
aun por disparar.
Una sonrisa que se clavaba
como el sonido
de un trueno.
Una piel con forma de mapa,
dos islas salvajes
por conquistar
y yo tan sólo una brújula rota,
con
destino: Sabor a verso.
Su pelo era un nido
de mariposas caníbales
y mi estómago su alimento,
el retazo sutil
de una venganza
con olor a libro nuevo.
Pero el filo del papel
también está afilado,
y los locos no saben
que para ser kamikazes,
deben amanecer a tu
lado.
Querida kamikaze,
ResponderEliminar¿fue el mismo corazón, el escritor a máquina, el que daba la señal precisa para arrojarse a ese vacío? Vacío de todo, salvo ganas y amor.
Bendita tinta, esa que tatúa tus historias.
El mismo corazón que me empujó a saltar con el pecho abierto de par en par.
EliminarBendito tu corazón, que siente con mi poesía.
Besos en la nariz.
¿Sintió el frio ese corazón al abrir el pecho de par en par y que las corrientes de recuerdo y olvido le atravesaran como finas agujas en un acto de defensa o intrusión del amor?
ResponderEliminarBesos templados para tu poesía.
Sí, sintió el frío y quemó mucho más que el fuego.
EliminarNos leemos <3
¿Está firmado ese corazón por el precipicio del que se enamoró la suicida?
EliminarTe propongo un juego, sin el mínimo compromiso, una pregunta por cada perla que escribas. Puedes preguntarme igualmente. La única premisa es que las preguntas deben hacerse en forma lírica, divagada. ¿Te parece?
No esta firmado, porque ni siquiera es de esta kamikaze.
EliminarMe parece buena idea.
Hasta el próximo verso.
Jaque a tu anónimo.
EliminarTe espero en el próximo punto y final.