Hartas del armario, de las explicaciones, de las etiquetas; de los “mi hija tiene una amiguita” aun sabiendo lo que hacen bajo las sábanas, sobre la lavadora o en el suelo que retumba de amor.
Queremos comernos la boca sin que nadie nos mire como si estuviéramos asesinando ruiseñores sobre flores blancas, tan muertas como el corazón del homófobo que te grita bollera como si fuera un insulto.
Estamos hartas de los eres lesbiana porque no has probado una buena polla, de eso es una etapa, de amigas que han dejado de mirarnos a la cara, de los venga, daos un beso, que me pone cachondo.
Hartas de vosotros, de los que siguen promoviendo el odio, poniendo en duda todas y cada una de nuestras decisiones por ser lesbianas, por ser mujeres con voz que no se esconden porque, si de algo estamos hartas es de llevar siendo invisibles demasiado tiempo.
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