Cuando mirabas,
dejabas el rastro de una
estrella fugaz cuando muere:
Triste, volátil,
efímera, brillante.
Cogimos a hombros nuestros
ataúdes y cargamos
con el peso de unos sueños
convertidos en polvos
de una noche
que no eran más que
un vacío pesado
que nos llenaba de callos
el alma.
Yo siempre fui de darlo todo
por amor
mientras que tú preferías entregar
un placebo voraz
con el orgullo
de un soldado que ha salido vivo
de una guerra
masacrando a un pueblo inocente.
Quisimos convertirnos en historia
y no fuimos más que el borrador
de una tragedia griega
venida a menos.
El argumento denso
de un cuento de pecado
que sólo ha dejado
un par de poemas
y la nostalgia en el fondo
de un vaso.
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