Respiro aires de jazmín
en la habitación amarilla.
Huele a tierra mojada cuando
abro las ventanas.
Tengo una caja
de metal llena de recuerdos
en forma de fotos y cartas
que no
me atrevo a mirar.
Corchos de botellas, restos de flores
secas, billetes de tren,
con ida pero sin vuelta
de corazón
y planos de metro
que nunca entenderé
sin haberme perdido
antes.
Una almohada que guarda
lágrimas, sonrisas
y algún que otro orgasmo.
Una ventana llena de vaho
cuando hace frío fuera y
demasiado calor dentro.
Un caballete viejo
y un cuadro
por terminar
de una chica perdida que
parece
haberse cansado
de esperar un eterno prólogo
que nunca cesa.
Eso soy yo.
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