Tengo un verso
clavado en el corazón,
y no quiere salir.
Tiene miedo a que una ventisca
se lleve su inocencia,
aunque a estas alturas sabemos
de sobra
que la poesía nunca fue
una señorita inocente.
(Asiente).
Me refugio en un jersey de lana,
buscando un escondite,
evitando a Psique,
pero hace tiempo que
sabe dónde estoy.
(Y yo ni siquiera sé quién soy).
Me duelo.
Y mi corazón grita:
"-¡Comienza el vuelo!"
Y caigo en picado.
(Y sin unos putos frenos).
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