Triste
era un punto
(y final)
pidiéndo a gritos
dos compañeros
de viaje.
Triste
era saber
que el roce de tu piel
era un deshecho
del equipaje.
Triste
el beso en el andén,
triste el 'Adiós',
(que esta vez
no llegó tarde).
Triste
pedirte un "por qué",
sabiendo
que la respuesta
no iba a gustarme.
Triste
saber que no
había claves.
Triste entender
que de toda cerradura
tú te llevaste las llaves.
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