Cuenta la leyenda que hace muchos, muchos años,
cuando aún no se distinguía entre el bien y el mal,
nació tras los naranjos una niña de cristal.
Enredada entre la hierba, los titanes que la trajeron a la vida, decidieron recluirla, protegerla.
Al cogerla en brazos, sus ojos miel despertaron
y con el reflejo del sol, todo en fuego transformaron.
Todo estaba en llamas.
Los titanes no entendían nada.
Tras encerrarla en el castillo, su único contacto con el exterior,
Fue un pequeño dragoncillo al que Dino llamó.
Con el paso de los años se fue haciendo mayor,
y ambos fueron creciendo al mismo tiempo sin temor.
El dragón la custodiaba, la cuidaba y la guardaba
de todo tipo de ataque,
que contra ella se reflejara.
El dragón soportó grandes ataques, en uno de ellos malherido quedó,
y en una demostración de amor, sus alas cortó.
"Confiar mi libertad a la niña de cristal."
No penséis que esta historia no tiene paradoja,
pues el dragón de sangre piadosa, prefirió cortar sus alas, a permitir que hicieran daño a su Princesa Roja.
Y aquella princesa aún está en aquel castillo,
y aquel dragón sin alas, de ojos amarillos, la cuida día tras día, sin perder el sentido.
Mas no penséis que invencible es el dragón,
Pues ahora, malherido, se lamenta ante el castillo.
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