Te escribo cuando la noche
pierde el rumbo en las constelaciones
de tus lunares
y me busca para encontrarte.
Suspiro cuando un lamento
asoma en tus ojos
y calmo tu fragilidad
con mi ansia.
Te miro cuando el sol
proyecta tu sombra sobre mi pecho
y te muestras tan frágil
como esas cajas con letrero
que siempre acaban rotas.
(Aunque no será éste el caso).
He sentido en mi piel
tu piel de gallina
cuando mis dedos recorren
tu vientre
y tus sentidos se erizan
con el mínimo roce.
He temido poder ver en tu sonrisa
un universo infinito
y perderme en él,
pero llegadas a este punto,
te diré que perdiéndome
he muerto...
(Para conocer el verbo "vivir" desde ti).
No hay comentarios:
Publicar un comentario