domingo, 10 de noviembre de 2013

No te elegí musa.

Nos escribo en noches de lujuria
cuando la Luna
se masturba mirándonos
mientras hacemos el amor.

Suspiras en mi oído
dibujando gemidos
en mi espalda,
y tus uñas se convierten
en pinceles y mantras
que claman
orgasmos
en La Menor.

No te elegí musa,
ni puta, ni casta.
De eso se encargó
mi colchón.

Pero te elegí amada,
húmeda y derrotada
en cada gota
de tu ardor.

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